Hacer mis propias historias es mi sueño a la hora de dirigir
Raúl Arévalo
El actor y director español Raúl Arévalo (Móstoles, 1979) ha recibido el Premio Especial de la IX edición del Festival de Cine Antonio Ferrandis de Paterna, que este año se ha celebrado del 8 al 17 de febrero. Se trata del reconocimiento a toda una carrera que comenzó hace ya 22 años, tras debutar en la mítica serie Compañeros.
Sería con su interpretación en AzulOscuroCasiNegro donde su carrera se impulsó como actor. Desde entonces ha participado en numerosos proyectos audiovisuales, tanto en cine como en televisión, como Primos, La isla mínima, Voy a pasármelo bien, El tiempo entre costuras o Antidisturbios, a las órdenes de cineastas tan importantes como Gracia Querejeta, Steven Soderbergh, José Luis Cuerda, Rodrigo Sorogoyen, Álex de la Iglesia, Icíar Bollaín, Alberto Rodríguez, Daniel Calparsoro, Rodrigo Cortés o Pedro Almodóvar.
El premio especial Antonio Ferrandis se suma a su extenso palmarés, en el que destacan un premio de la Unión de Actores, dos premios Feroz, tres premios Forqué y tres Goya. Su interpretación en Gordos le valió el galardón como Mejor actor de reparto, mientras que en 2016 su primera película como director, Tarde para la ira, mereció las estatuillas a Mejor dirección novel y Mejor guion original.
Recibes el premio por toda tu trayectoria. Echando la vista atrás qué queda de ese adolescente que veía las películas de videoclub y que lo que realmente le apetecía era formar parte del mundo del cine detrás de los objetivos, al otro lado de la cámara.
Pues queda todavía la ilusión, que da la pasión por el cine. Y por encima de hacer cine, queda un gran espectador de cine. Antes solo veía películas de Chuck Norris, Karate Kid, los sucedáneos de Karate Kid, Los Cazafantasmas, las de Spielberg, que era lo mejor que me llegaba, y ahora pues ya he aprendido a ver. Antes serie B, serie C, y ahora he aprendido a ver películas. Pero la pasión por el cine sigue, claro.
¿Y qué es el cine para Raúl Arévalo? Más allá de lo que es el mero entretenimiento intentas que tu películas tengan un legado?
Para mí el cine ha sido como mi vida. Sobre todo como espectador, día a día veo películas, veo series y sueño con hacerlas. Y las hago. Pero no me pondría muy trascendental en esto, creo que el cine tiene una parte que es entretenimiento. Y luego hay otro tipo de cine, donde sí hay genios que dejan un legado como Kubrick, como Billy Wilder. Y otros que hacemos películas donde si algo queda y hablan de ella, mejor; pero si es para pasar el rato, también está bien.
Creo que hay muchos tipos de cine, muchas formas de contarlo, muchas historias y que los tiempos están cambiando y hay que adaptarlas. Pero no me pondría muy trascendental con la respuesta, creo que lo bonito de hacer el cine es hacerlo con amor y promocionarlo con amor.
Recuerdas el momento o la película con la que dijiste: “Ahora sí. Ahora soy actor y no hay vuelta atrás”. ¿O tenías algún Plan B?
Yo creo que con Azuloscurocasinegro fue la primera película en la que me sentí actor. Pero en realidad fue porque hice dos o tres seguidas como El camino de los ingleses de Antonio Banderas, y ahí empecé a sentir que yo ya formaba parte de una profesión. Me empecé a sentir actor.
Y no tenía mucho plan B. Porque empecé a estudiar Historia y lo dejé en primero de carrera. No tenía mucho plan B, nada más que irme al bar de mi padre a trabajar. Se me da fatal casi todo. Soy muy torpe para muchas cosas. No sé a qué me hubiera dedicado si no hubiese sido actor.
Eres un actor que no está encasillado porque has hecho papeles diferentes tanto en cine, televisión o teatro. ¿Cómo afrontas el reto de crear un personaje? ¿Tienes algún método como preparación, colaboración con el director?
No, no tengo ningún método. Intento verlo, tanto con el director con el que voy a trabajar, que eso es lo primero; y luego con los compañeros. Creo que tiene que ver más con adaptarme, aprender a adaptarme al entorno con el que voy a trabajar.
Si ya conozco al director es más fácil, si no le conozco, pues intento verlo en los ensayos o en las reuniones con él. Ver qué quiere, cómo trabaja, qué le gusta… Y a partir de ahí intentar adaptarme a su forma de trabajar, igual que los compañeros. Si un compañero necesita más de una cosa, intento adaptarme a eso.
Nunca he trabajado desde el punto de vista de: “Yo soy así, trabajo así y que se adapten a mí. Intento adaptarme a eso, sobre todo al director. Y más desde que dirigí, que valoro más el trabajo del director. Si ya lo valoraba antes, ahora todavía más y lo respeto más. Entonces, me adapto mucho al entorno y al momento, en el set, al día a día, y a la forma de pensar del director.
¿Y qué tipo de personajes te gustan hacer? Más allá de que ser actor es un oficio y tienes que hacer todo tipo de cosas.
No, no tengo un personaje así. No. Yo creo que lo bueno de los personajes buenos es que tampoco te los esperas. No es que digas, ojalá me llegara un personaje de tal forma y te llegue.
Tú vas haciendo la mayoría de cosas, que a lo mejor no te interesan tanto, y de vez en cuando, un día, algo te sorprende. Y eso que te sorprende es de lo que más aprendes y lo que más te gusta.
Pero normalmente es algo inesperado, es algo que no has soñado nunca con ello porque tampoco lo esperabas. El elemento de la sorpresa, cuando lees un guion y el personaje te sorprende en cada página que lees, ahí está para mí la magia y el regalo.
Esta tarde se ha proyectado como parte de tu homenaje Tarde para la ira. ¿Cómo es el hecho de contar tus propias historias?
Lo de hacer mis propias historias es mi sueño a la hora de dirigir. Es poder contar mis propias historias. Si vuelvo a dirigir, que espero no muy tarde, tiene que ser para contar una historia que venga de mí.
También he probado dirigir cosas que no he escrito yo y no las he disfrutado tanto. Prefiero dirigir cosas que haya escrito yo.
¿Y qué te aportó la experiencia como director para tu trabajo posterior de actor? Es decir, ¿hay algo que vistes dirigiendo que luego te ha servido para enfrentarte a tus trabajos como actor?
Sí, darme cuenta de lo que son los actores. Darme cuenta de cómo somos los actores. Como te decía antes me ayudó a valorar el trabajo del director. Un trabajo que ya valoraba, claro, pero me ha servido para darme cuenta que cuando trabajas en una película, trabajas en la película que un director ha soñado.
El director es el que va a hacerla, y a terminarla en la sala de montaje, en la postproducción. Y tú, como actor, eres una parte, un elemento de esa película. Y yo creo que tienes que dar lo mejor que puedas, lo que te pide el director. Darme cuenta de eso, de que un actor forma parte de un equipo. Que por mucho que sea un equipo, es un equipo de actores.
Esa experiencia me ayudó mucho para mis siguientes trabajos como actor.
Y quizás la parte de montaje sea la más sorprendente cuando diriges.
¡De las más apasionantes! ¡Pero de las más obsesivas también! Es complicado. Porque, sobre todo yo, que con mi primera película, claro, tiene muchos errores. Cuando llegaba a ver todos esos errores en la sala de montaje se me llevaba a los demonios. Sufría mucho.
Pero luego, cuando he hecho más cosas y he montado más cosas, o he estado en el set de las películas que me han dejado ir a montaje, es de las cosas más apasionantes. El montaje es lo más bonito que hay.
Me imagino cuando llegas a montar y piensas: “Me falta este plano”
¡Es horrible, es horrible!
¿En tu trayectoria estás en un momento dulce en el que puedes elegir proyectos? O siempre se está pendiente del teléfono, de si suena o no suena.
Las dos cosas. Ha pasado una época en la que de repente yo he pensado: “Uff, ahora viene la época que me dejan de llamar” Porque vas subiendo y bajando. Dejan de llamarte y, de repente, te llaman para tres cosas seguidas. Pero luego se vuelven a caer. Yo qué sé. Hace tres meses, en dos semanas, me llamaron para hacer tres cosas. Se cayeron las tres. Y me llamaron de otra cosa.
Y ahora estoy haciendo una serie de Amazon que empecé ayer, pero que ya te digo que los últimos tres meses ha cambiado mucho los proyectos. No porque yo los haya elegido, sino porque se caían o se cambiaban de fecha o se retrasaban o cogían a otro. Entonces, últimamente me pasan las dos cosas. De repente tengo como parones.
Pero no me quejo. No me quejo porque tengo trabajo. Ahora me considero que estoy tranquilo y lo sé gestionar mejor. Ha habido épocas en las que sí que me daba más ansiedad y lo pasaba peor.
Y ya para terminar. A lo largo de tu carrera te has acercado a rodar a Valencia. Has estado con la película de Iñaki Sánchez Arrieta, El lodo; o con Dolor y gloria de Almodóvar. ¿Qué tal la experiencia?
Pues que te cuidan mucho. Eso es lo típico que se dice, como la comida, claro, que aquí se come muy bien. La Albufera me sorprendió mucho como me pasó de otra forma diferente cuando rodé La isla mínima. Son ambientes fuertes, cinematográficamente son alucinantes. De La Albufera me sorprendieron muchas cosas, es un ambiente muy particular, muy curioso.
Pero todos los rodajes que he hecho en Valencia, o cuando he hecho teatro, me quedo con lo bien que se vive en esta ciudad.
Escribe Luis Tormo
Artículo publicado originalmente en Encadenados